sábado, 31 de mayo de 2008

Cambios Evolutivos en la Familia

Foto editada por Kaká

"Resulta clave dar una perspectiva temporal al análisis evolutivo-educativo de la familia que estamos realizando, ya que de otro modo podría darse la impresión de que la familia es un objeto estático de conocimiento. Por el contrario, la familia experimenta importantes cambios evolutivos producidos por los propios procesos de desarrollo de sus miembros, los cambios en sus relaciones y los acontecimientos que se producen en la vida de su familia. Concretamente, la dinámica evolutiva de la familia concierne a tres planos distintos y mutuamente relacionados:
  1. Relaciones entre los padres.
  2. La configuración familiar.
  3. Evolución de los hijos.
En primer lugar, la perspectiva evolutiva concierne a las relaciones entre padres (Cowan y Hetherington, 1991). La formación misma de la pareja, los mecanismos por los cuales se inician y se mantienen las relaciones entre sus dos componentes, son ya cuestiones que tienen raíces y connotaciones evolutivas, pues se conectan con toda la temática de los modelos internos de relación a que hemos hecho referencia más arriba, así como con la propia historia de socialización y de construcción de la personalidad. En la mayor parte de los casos, la pareja tiene luego una larga vida en común por delante, de manera que los avatares evolutivos que afecten a cada uno de sus miembros (la llamada crisis de la mitad de la vida) o a la pareja como tal (calidad de las relaciones de pareja, posibles crisis en su interior) van a tener repercusiones sobre la felicidad y la armonía de la familia, sobre las tensiones y la protección frente a las tensiones en el interior del grupo familiar.

Está, en segundo lugar, el plano de la configuración familiar. El momento más destacado es, sin duda, aquel en el que se pasa de ser pareja a ser además padres. De hecho, los aspectos que serán determinantes del desarrollo de los hijos empiezan a elaborarse y construirse mucho antes de que el primer embarazo se produzca. La pareja es depositaria de unos valores, de unas metas, de unas ideas y creencias a propósito de sus hijos, de su desarrollo y su educación. Además, la pareja construye el escenario en que el desarrollo de los hijos se va a producir, desarrolla una serie de rutinas y actividades a las que los hijos se van a incorporar, establece una serie de relaciones sociales en las que los hijos se van a incorporar, establece una serie de relaciones sociales en las que los hijos van a participar, etc. Por tanto, cuando el primer niño o la primera niña hacen su aparición no se incorporan a un contexto familiar vacío. De hecho, la llegada de los hijos actúa más como una transformación de relaciones existentes que como una ruptura con el estado de cosas previo a su nacimiento, pero sí nueva en algunos sentidos, porque la aparición de los hijos trastocará los estilos de vida, las prioridades, las preocupaciones y las relaciones existentes antes de su llegada.....

Cuando la estructura familiar se altera de nuevo porque se produce la aparición de algún hijo más, no solamente los padres tienen otro hijo, sino que el hijo previo tiene ahora un hermano. La red familiar se reorganiza, las relaciones se redefinen y, hasta cierto punto, se alteran, como no podía ser menos en un sistema transaccional y sistémico como la familia. Pero, sobre todo, se instituye una dinámica nueva, inexistente hasta entonces: la de las relaciones entre hermanos, la de las influencias entre ellos, la de sus alianzas y sus conflictos (Dunn y Plomin, 1990)....

La estructura familiar se modifica también en profundidad cuando se produce una ruptura del núcleo como consecuencia de la separación o divorcio de los padres (Hetherington y Stanley-Hagan, 1995). Cuando ello ocurre, de nuevo son dos las dinámicas que el análisis tiene que tomar en consideración: la de los miembros de la pareja (sus motivos, sus sentimientos, sus reacciones) y la de la influencia sobre los hijos de la pareja, que se enfrentan a un contexto familiar nuevo.....

Finalmente, en tercer lugar, en el análisis evolutivo de la familia y las relaciones familiares está el plano de la evolución de los hijos.... La evolución del niño o la niña fuerza una evolución en las relaciones que se mantienen en el interior del grupo familiar, de manera que el estatus evolutivo del niño condiciona el valor de las correctas prácticas de crianza que en cada momento se utilizan, así como de las expectativas evolutivas, las atribuciones, las estrategias de socialización, las pautas de interacción, etc. El sistema familiar es dinámico, entre otras cosas, porque el continuo flujo de cambios que se operan en los hijos hace insostenible el mantenimiento de formas de relación que pudieron ser muy útiles en momentos pasados, pero que deben ser redefinidos y redimensionados para adaptarse a las cambiantes necesidades y posibilidades que los hijos presentan.

RODRIGO, Mª J. y PALACIOS, J. (Coord.) (2000). FAMILIA Y DESARROLLO HUMANO. Madrid: Psicología y Educación. Alianza Editorial.(Págs. 67 - 69).

viernes, 30 de mayo de 2008

Innovación Educativa.


Foto editada por blancagc








La Fundación AULA_SMART

FUNDACIÓN PARA EL DESARROLLO E IMPLANTACIÓN DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN EL SECTOR EDUCATIVO.

Ofrece ayudas a los Centros Educativos para adquirir material de nuevas tecnologías (como pizarras digitales) y cursos de formación para docentes. Tenéis toda la información en su web. Os recomiendo que la visitéis.


lunes, 26 de mayo de 2008

Desarrollo Emocional

Foto editada por JOAN PLANAS


"Definir la emoción es difícil porque no es fácil saber el estado emocional de un niño o un adulto. ¿Se encuentra el niño en un estado emocional cuando su corazón late más fuerte, las palmas de sus manos sudan y su estómago se revuelve? ¿O cuando sonríe o hace muecas? El cuerpo y la cara juegan papeles importantes para comprender la emoción de los niños. Sin embargo, los psicólogos debaten la importancia de cada uno para determinar si un niño se encuentra en un estado emocional. Para nuestros propósitos, describiremos la emoción como un sentimiento, o afecto, que puede implicar una activación psicofisiológica (un incremento del ritmo cardíaco), una experiencia consciente (pensar sobre estar enamorado de alguien) y una respuesta conductual (una sonrisa o una mueca). Los psicólogos debaten cuál de estos componentes es el aspecto más importante de la emoción y cómo se combinan para producir las experiencias emocionales (Cacioppo y Gardner, 1999; Izard, 2000).

Cuando pensamos sobre las emociones de los niños, nos vienen a la mente algunos sentimientos dramáticos como rabia, miedo y alegría extrema. Pero las emociones pueden ser también sutiles -el sentimiento de una madre cuando tiene a su bebé en brazos, una ligera irritación por aburrimiento y la inquietud por encontrarse ante una situación nueva.

El afecto en las relaciones entre padres e hijos.

Las emociones son el primer lenguaje por el que padres e hijos se comunican antes de que el niño empiece a hablar (Maccoby, 1992). Los bebés reaccionan a las expresiones faciales de sus padres y al tono de voz. A cambio, los padres "leen" lo que los bebés intentan comunicar respondiendo de forma apropiada cuando los bebés están afligidos o felices. Los padres sensibles y responsables ayudan a sus hijos a crecer emocionalmente aunque el niño responda de manera afligida o alegre.

Los aspectos iniciales del apego de los niños con sus padres están basados en los intercambios relacionados con la emoción, como cuando un bebé llora y el cuidador responde de forma sensible. Al final del primer año, las expresiones faciales de la madre -sonriente o temerosa- influye sobre si el niño explorará un entorno desconocido. Y cuando un niño oye a sus padres discutiendo a menudo reacciona de forma desconsolada y abandonan el juego (Cummings, 1987). De forma excepcional las familias con buen funcionamiento a menudo incluyen el humor entre sus interacciones, algunas veces haciéndose reír unos a otros y aportando simpatía y buen humor para reducir la tensión en los conflictos. Cuando se ha inculcado buen humor en el niño, el niño es más propenso a obedecer las órdenes de sus padres.

Las capacidades de comunicación afectivas entre el niño y el adulto hacen posible la coordinación de las interacciones entre ellos (Thompson, 1999). Las interacciones cara a cara de adultos y niños de tan sólo tres meses son de deble dirección (reguladas mutuamente). Esta coordinación ha llevado a caracterizar la interacción entre la madre y el niño como "recíproca" o "sincronizada". Éstos términos intentan captar la calidad de la interacción cuando se lleva a cabo bien."

SANTROCK, J.W. (2003) PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO DE LA INFANCIA. Madrid: Mc Graw Hill. (Págs. 173 a 174) (Traducción BRENDA NAVARRO CASTELLET. Revisión técnica Dr. JOSÉ I. NAVARRO GUZMÁN).

domingo, 25 de mayo de 2008

miércoles, 21 de mayo de 2008

Diseño de Programas de Intervención en el Área de Conducta Prosocial

Foto editada por Tatiana Cardeal


"La intervención en el área de conducta prosocial puede ser enfocada desde dos grandes líneas de acción: una iría dirigida a la resolución de problemas planteados dentro de y desde la perspectiva que hemos denominado en este texto como "asistencial" y que se concreta en conductas prosociales específicas de ayuda personal/institucional, y otra estaría orientada a la resolución de problemas dentro de y desde un contexto de comportamiento delictivo y/o de agresión, con el consiguiente objetivo de mejora interpersonal. Una doble perspectiva, que siendo coherente con el modelo de conducta prosocial que hemos ofrecido a lo largo de estas páginas, y resultando a la vez también consonante con los dos grandes desarrollos de investigación teórico-explicativa referentes al constructo que hemos detectado, debería incluir asimismo y en ambos casos, la contemplación de dos tipos de estrategias: la preventiva y la modificativa.

La exposición que acabamos de hacer responde a la también doble formulación que, desde el punto de vista asistencial, surge a partir de, por un lado las demandas sociales puestas de manifiesto durante los últimos años y, por otro, de los reiterados deseos de los investigadores manifestados a su vez a través de los trabajos de investigación consiguientes.

Una revisión de las respuestas ofrecidas a dichas demandas y tales deseos ofrece un panorama de sesgo unidireccional en la medida en que los esfuerzos dirigidos a elaborar programas de intervención al respecto han dado frutos específicos en el entrenamiento de habilidades alternativas a la agresión y a la delincuencia, así como prevención entendida en términos de potenciación de habilidades que responden a objetivos similares.

El primer tipo de programas ha estado tradicionalmente orientado a la intervención con adultos, mientras que el segundo se ha planteado con objeto del entrenamiento de niños y adolescentes, dedicándoles especial atención a estos últimos.

Pasaremos a continuación a exponer en este texto, en primer lugar, los principios generales que rigen el desarrollo de las diferentes y escasas versiones de intervención con que contamos y, seguidamente, a presentar los paquetes de programas específicos más difundidos al respecto."

GONZÁLEZ PORTAL, M.D. (2000) "CONDUCTA PROSOCIAL: EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN". Madrid: Editorial Morata. (Págs. 112 -113)

lunes, 19 de mayo de 2008

Los Problemas de Convivencia en los Centros Educativos

Foto editada por dezeta

"La conflictividad en las aulas constituye un problema escolar y social de primera magnitud que ha suscitado en la última década abundantes estudios e investigaciones que tratan de conceptualizarla y abordarla desde una perspectiva multidisciplinar. Así, por ejemplo, las investigaciones pioneras de Olweus (1990) han dado lugar a profundizar en el origen de los problemas que impiden una convivencia pacífica y respetuosa con los derechos humanos en los centros escolares (p.e.: Ortega, 1990, 1992, 1995; Zabalza, 1998; Jares, 2001; Fernández, 1999; Torrego, 2000). Son también numerosos los estudios realizados por instituciones educativas como el INCIE, el Informe del Defensor del Pueblo, Comunidades Autónomas y organizaciones sindicales que han ofrecido datos alarmantes sobre la convivencia conflictiva en los centros. De todos ellos da cumplida cuenta informativa esta sistematizada, rigurosa y práctica obra de Ángel Calvo.

A lo largo del desarrollo de la Psicología de la conducta como disciplina explicativa de la naturaleza de las interacciones interpersonales, el comportamiento humano ha sido clasificado siguiendo numerosos criterios. En la década de los años 70 y 80, incluso mucho antes (Hollins, 1995) los problemas comportamentales se clasificaron como excesos o déficits según produjesen alteraciones o inhibiciones/carencias en la manera de relacionarse con los demás. Los comportamientos de excesos o alteraciones conductuales son patrones de una conducta activa con disrupción que altera las normas y los derechos de los demás. En esta categoría se engloban conductas como las que corresponden al estilo agresivo desde la perspectiva de la competencia social: violentar los derechos ajenos, molestias y burlas, amenazas, desprecio, robos, etc.

Los déficits conductuales son patrones de conducta inhibida y silenciosa que generalmente va acompañada de una evitación social, y, en numerosos casos, es una consecuencia de los comportamientos de acoso y victimización de quienes manifiestan patrones conductuales alterados. Ejemplos concretos de estos comportamientos inhibidos son la exclusión social, la inhibición en las actividades relacionales. El llamado estilo pasivo o no asertivo definiría su competencia social.

Esta anterior clasificación procedente del ámbito clínico de la psicología ha dado lugar en los últimos años a nuevas formulaciones de comportamientos lesivos con las normas básicas de convivencia. Las clasificaciones han sido numerosas cuando se refiere a la inadecuación para la convivencia. Así se han acuñado acepciones anglosajonas como BULLYING para hacer referencia a los comportamientos prolongados de rechazo social, intimidación, amenazas y/o agresividad física entre los propios alumnos que se convierten en víctimas de sus compañeros del centro escolar (Trianes, 2000). En este caso, tal y como señala Ortega (1998), se establecen relaciones de dominio-sumisión en las que determinados alumnos emplean prácticas abusivas para someter y controlar a los otros en una clara vulneración de los derechos humanos básicos del respeto y la tolerancia.

Otra denominación de corte semejante se ha acuñado con el término MOBBING, para hacer referencia al acoso psicológico entre compañeros de trabajo. En el ámbito escolar, probablemente desconozcamos los datos reales existentes al respecto por la insuficiencia de estudios al respecto. Sin embargo, constituye un problema importante que, en el caso de su existencia, contribuye al deterioro de la convivencia en el centro escolar."


VALLÉS ARÁNDIGA , A. (2003) "Prólogo". En CALVO RODRÍGUEZ, Á. C. "PROBLEMAS DE CONVIVENCIA EN LOS CENTROS EDUCATIVOS. ANÁLISIS E INTERVENCIÓN". Madrid: EOS. Fundamentos Psicopedagógicos. (Págs. 7 - 8).



domingo, 18 de mayo de 2008

jueves, 15 de mayo de 2008

lunes, 12 de mayo de 2008

Socialización y competencia social

Editada por Jack!e Guidon

"Estar socializado significa ser capaz de vivir en un mundo socialmente organizado, lo que implica adquirir las competencias que se requieren para ello. En este sentido, el estudio de la competencia social es un campo decisivo para la comprensión del proceso de socialización en el niño.


¿Qué se entiende por competencia social?


El análisis de la competencia social dista mucho de estar clarificado. A pesar de que en las distintas corrientes de estudio del desarrollo, ha ocupado, a menudo, un lugar de interés y ha sido ampliamente utilizada en la investigación, la competencia social se ha tratado, casi siempre, como un constructo vagamente definido a nivel conceptual.

Podemos decir que no existe todavía una definición de competencia social unánimemente aceptada, aunque sí se está de acuerdo en que debe estar relacionada:
  • con el número de amigos y la facilidad para obtenerlos y, en general,
  • con el aprendizaje de habilidades sociales y
  • la capacidad para establecer y mantener interacciones
(Ladd, 1983).

El interés por el estudio de la competencia social se ha visto reafirmado por la reciente aparición de lo que se ha dado en llamar "Psicología Comunitaria". Esta perspectiva intenta, por un lado, conocer y resolver los conflictos que se presentan en la interacción social (básicamente con fines preventivos y a fin de optimizar la adaptación de los individuos a los distintos contextos sociales) y, por otro lado, ocuparse psicológicamente de aquellos sujetos que no han logrado adaptarse al medio social (Tyler, 1984; Martínez González, 1986)."

BRAZA LLORET, P. (1993) "El aprendizaje de la socialización en el niño: aspectos evolutivos". En NAVARRO GUZMÁN, J.I. (1993) (Coord.) "APRENDIZAJE Y MEMORIA HUMANA. ASPECTOS BÁSICOS Y EVOLUTIVOS". Madrid: Mc Graw Hill.(Págs. 617 - 651).


domingo, 11 de mayo de 2008

Socialización e individuación

Foto editada por See-ming Lee ??? SML


"El término individuación hace referencia aquí a lo que comúnmente denominamos "desarrollo de la personalidad".

El desarrollo del comportamiento del ser humano parece implicar una contradicción y una condición dual: al mismo tiempo que este desarrollo implica la progresiva capacidad de vivir en sociedad, de establecer diversos lazos de conexión con los otros, de ser, en suma, cada vez, más "social", implica, también, la capacidad de ser una persona distinta y claramente separada y diferenciada de las otras, es decir, de ser, en el pleno sentido de la palabra, un "individuo".

Esta contradicción, sin embargo, lo es tan sólo en apariencia. Es verdad que se trata de procesos muy distintos que en ocasiones llegan a operar en oposición. Conseguir la individualidad muchas veces requiere un tipo de actividades muy distintas de las que caracterizan un comportamiento "socializado"; y viceversa, ser una persona "social" se logra muchas veces a costa de poner en un segundo plano los propios deseos y hábitos en deferencia de los demás.

No obstante, existen profundas conexiones entre la individuación y la socialización (Damon, 1988). Las dos actúan, frecuentemente, de forma paralela en el desarrollo y son, en realidad, las caras opuestas de una misma moneda, ya que cuanto más sabe uno acerca de sí mismo, más sabe también acerca de los otros y viceversa.

A través de la interacción social se obtiene información retroactiva no sólo de los demás, sino también de uno mismo: se aprende cómo relacionarse con otras personas de una forma eficaz, qué es lo que a ellas les gusta, en qué se parecen a uno y en qué no, qué les gusta de nosotros y qué nos gusta de ellas...

Esta complementariedad ya fue puesta de relieve por Baldwin (1902, pág. 23) cunado afirmaba que el niño sólo llega a conocerse a sí mismo como consecuencia de la interacción con los otros y que, de la misma forma, el conocimiento de los otros sólo se construye a través de la personalidad que el niño proyecta al exterior."

Aunque la posición de Baldwin es, ciertamente, extrema, sí es verdad que la individuación y la socialización - la tensión entre la necesidad de convertirse en un individuo diferenciado y de mantener relaciones sociales -son, en realidad, procesos complementarios, que cumplen la función de permitir un adecuado desarrollo social y una óptima adaptación del individuo a su medio.

Una adaptación adecuada implica ser capaz de establecer relaciones con los demás, al mismo tiempo que nos damos cuenta de lo que nos distingue de ellos. En este sentido, la individuación sería algo así como conseguir un lugar propio en el orden social.

Wilson (1975, págs. 395 - 398) llega incluso a sugerir que esta complementariedad de ambos procesos es uno de los hechos responsables de la supremacía evolutiva de nuestra especie en la escala filogenética: la socialización humana es, precisamente, el conjunto de mecanismos que hace posible la personalización de la vida social y la mejora de la eficacia biológica ("fitness") individual en una sociedad, sin que los individuos pierden su propia identidad.

De hecho, la progresiva tendencia de evolución social en las especies -en el sentido de un incremento en la eficacia de las mismas- podría medirse a través de la proporción de la propia individualidad que se mantiene en el seno de sociedades altamente organizadas."


BRAZA LLORET, P. (1993) "El aprendizaje de la socialización en el niño: aspectos evolutivos". En NAVARRO GUZMAN, J.I. (1993) APRENDIZAJE Y MEMORIA HUMANA. ASPECTOS BÁSICOS Y EVOLUTIVOS". Madrid: Mc Graw-Hill. (Págs. 617 - 651).

sábado, 10 de mayo de 2008

sábado, 3 de mayo de 2008

viernes, 2 de mayo de 2008

jueves, 1 de mayo de 2008